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lunes, 3 de septiembre de 2012

El kirchnerismo ahondó la brecha urbana (por Svampa)

La propuesta del diputado Rossi sobre los countries y barrios cerrados (sobre la que cayó como un rayo el veto presidencial) desnudó una realidad indiscutible: este Gobierno, a pesar de su retórica progresista, mantiene y aumenta el modelo de ciudad neoliberal que fundó el menemismo.

Los countries y barrios privados son una expresión clara del modelo de ciudad neoliberal . El hecho de que ahora, a diferencia de 15 años atrás, éstos aparezcan incorporados al paisaje urbano no los hace ni más “naturales” ni tampoco los sitúa en un orden teórico y fáctico diferente al de la configuración neoliberal original.
En ese sentido, la propuesta del diputado oficialista Agustín Rossi de eliminar las barreras arquitectónicas y urbanísticas de countries y barrios cerrados constituye una crítica acertada a este modelo urbano . Seguramente el diputado santafecino tenía como contramodelo la ciudad de Rosario , la cual se convirtió, vía una ordenanza municipal de 2010, promovida por la agrupación territorial Giros, en la primera ciudad latinoamericana que prohíbe -hacia adelante- la construcción de urbanizaciones cerradas. Pero la propuesta produjo escozor en el frente oficialista y Rossi tuvo que desdecirse e incluso pedir disculpas a los ofendidos habitantes de los que un día antes había caracterizado como “hongos amurallados”.

Este paso en falso de quien es el jefe del bloque oficialista en la Cámara de Diputados nos obliga a reflexionar sobre un aspecto poco explicitado de las continuidades entre menemismo y kirchnerismo. Recordemos que, en los 90, las transformaciones económicas promovidas por Menem multiplicaron las desigualdades e implicaron profundos cambios en el modo de intervención del Estado. Como tantos otros bienes públicos, la seguridad se convirtió en un valor de cambio, en un bien caro y preciado, sólo accesible a los sectores con mayores recursos económicos. En este marco fue cobrando forma el nuevo paradigma de la seguridad y el control, basado en la segregación espacial, en el avance de lo privado sobre lo público, en la exclusión y el rechazo de las diferencias.
El dispositivo mayor de tal paradigma es el muro, que establece un “adentro” y un “afuera” , espacializa la desigualdad y a través de ello define diferentes categorías de ciudadanía.
A pesar de la retórica progresista en boga, poco cambió bajo los gobiernos kirchneristas . Al contrario, el boom del consumo y la demanda creciente de seguridad convencieron a sectores de las clases medias altas y clases medias que lo mejor era seguir apostando a este estilo residencial. A partir de 2004, el fenómeno se reactivó, de la mano de desarrolladores y grandes grupos inmobiliarios que, al igual que en los 90, están poco preocupados por cumplir con regulaciones urbanísticas y ambientales. La única excepción en el actual período ha sido la presión impositiva, ya que en los 90 muchos countries figuraban como espacios baldíos o pagaban muy poco en concepto de impuesto inmobiliario.
Un ejemplo de la dinámica neoliberal en tiempos del kirchnerismo son las urbanizaciones cerradas acuáticas . Tal como analiza la geógrafa Patricia Pintos, son aquellos emprendimientos que construyen su oferta en torno de paisajes asociados al agua, que hoy se alojan en la cuenca del Río Lujan, Paraná de las Palmas y Reconquista. Sólo en la cuenca baja del Río Lujan éstos alcanzan el número de 54, de los cuales 29 se integran a grandes emprendimientos.
Estas urbanizaciones amenazan ecosistemas estratégicos y frágiles , como los humedales y las cuencas de los ríos, imprescindibles para la sustentabilidad del aglomerado metropolitano. Asimismo, acentúan las desigualdades , pues tienden a desplazar poblaciones vulnerables, previamente asentadas, y generan un proceso de concentración de tierras.
En suma, durante el kirchnerismo, además de la consolidación de los formatos tradicionales (que incluyen los pueblos privados, como Nordelta), la tendencia aparece marcada por estos nuevos emprendimientos que se asientan sobre territorios sociales y ecológicamente vulnerables, de la mano de discursos que enfatizan la ruralidad idílica (el verde), la demanda de seguridad y, aunque parezca increíble, la sustentabilidad … El diputado Rossi cometió la imprudencia de colocar el cascabel al gato, al proponer pensar una configuración de la trama urbana que resquebrajara la concepción neoliberal, en función de otros valores colectivos y con presencia de lo público. Y antes de que comenzara el debate, cayó sobre él el veto presidencial . Su intervención fallida nos recuerda que este fenómeno no sólo tiene actores económicos y sociales, sino también políticos: diferentes niveles a los que no escapa la política nacional que, como en otros campos, y más allá del discurso progresista, avala y promueve modelos de ocupación territorial, a gran escala, que se revelan altamente excluyentes e insustentables.

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